marzo 24, 2025 11:18 am
El maridaje es una práctica culinaria esencial que combina alimentos y bebidas para realzar sus sabores y crear experiencias gastronómicas únicas. En este artículo, exploraremos qué significa el maridaje, para qué sirve, cómo conseguir un buen maridaje, los tipos de maridaje existentes, los errores comunes y cómo maridar el brandy.
Qué es el maridaje
El maridaje es la combinación armoniosa de alimentos y bebidas. Su objetivo principal es potenciar los sabores de ambos componentes para ofrecer una experiencia gastronómica mejorada. El encargado del maridaje puede ser un sommelier, chef o cualquier amante de la gastronomía que busque crear combinaciones perfectas entre comidas y bebidas.
Para qué sirve el maridaje en gastronomía
El maridaje en gastronomía sirve para enriquecer la experiencia de la comida, realzando los sabores y creando un equilibrio entre platos y bebidas. A través de la combinación adecuada, se pueden destacar notas y matices específicos que, de otro modo, podrían pasar desapercibidos.
Cómo conseguir un buen maridaje: reglas generales
Para conseguir un buen maridaje, es importante seguir algunas reglas generales:
- Balance: Buscar un equilibrio entre la intensidad de sabores de la comida y la bebida.
- Complementariedad: Encontrar sabores que se complementen entre sí para mejorar la combinación.
- Contraste: Utilizar elementos contrastantes que se destaquen mutuamente.
- Experimentación: No tener miedo de probar nuevas combinaciones y aprender del proceso.
Qué tipos de maridaje existen y cómo puedes combinar los sabores
Cuando hablamos de maridaje no nos referimos solo a “qué combina con qué”, sino a cómo interactúan los sabores, aromas y texturas en boca. Existen varios tipos de maridaje reconocidos en gastronomía, y conocerlos ayuda a entender por qué ciertas combinaciones funcionan mejor que otras.
- Regional: Uno de los maridajes más tradicionales: combinar alimentos y bebidas que proceden de la misma zona. La lógica es simple: si crecieron juntos, van bien juntos. Por ejemplo, cocina mediterránea con vinos del Mediterráneo.
- Por contraste: Aquí buscamos el equilibrio a través de la oposición. Sabores dulces con salados, texturas cremosas con bebidas refrescantes, platos picantes con bebidas que suavicen la intensidad. Por ejemplo, platos grasos con bebidas con buena acidez o chocolate amargo con una bebida suave o dulce.
- Por similitud o afinidad: Es el más conocido y el más intuitivo. Consiste en combinar alimentos y bebidas que comparten características similares: intensidad, aromas, textura o notas de sabor. Funciona muy bien cuando quieres una experiencia suave, armoniosa y sin sobresaltos. Por ejemplo, pescados suaves con bebidas ligeras o bebidas dulces con postres cremosos.
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Maridaje por complementariedad: A diferencia del maridaje por afinidad, aquí no buscamos similitud total, sino elementos que se completen mutuamente. Por ejemplo, platos con salsas picantes maridan bien con bebidas tostadas o con notas especiadas, o carnes suaves y bebidas que aporten complejidad aromática.
- Maridaje estacional: Se basa en adaptar el maridaje a la estación del año y al tipo de cocina asociada a cada temporada. Por ejemplo, en verano podemos maridar platos frescos con bebidas ligeras y frutales, mientras que en invierno, un guiso o asado marida con bebidas más complejas o especiadas.
- Maridaje sensorial: Aquí entran en juego todos los sentidos, no solo el sabor: aroma, textura, temperatura, incluso el sonido y el color del plato o la bebida. Por ejemplo, el contraste frío y caliente o diferencias de texturas (crujientes y untuosos).
- Maridaje emocional o experiencial: Más reciente y muy presente en catas y enoturismo. Se trata de maridar alimentos y bebidas con un contexto: un recuerdo, un momento especial o una experiencia. Por ejemplo, platos tradicionales combinados con bebidas que acompañan celebraciones.
Errores comunes en el maridaje y cómo evitarlos
Algunos errores comunes en el maridaje incluyen:
- Ignorar la intensidad de sabores: Un sabor podría dominar al otro, opacando su complejidad.
- Sobrecargar el paladar: Demasiados sabores fuertes podrían saturar el paladar y distraer de la experiencia.
- No considerar la acidez y dulzura: La falta de balance entre estos dos puede resultar en una combinación desagradable.
Para evitar estos errores, es crucial probar múltiples combinaciones antes de seleccionar la definitiva y mantener un enfoque meticuloso y detallado en cada elección.
Cómo maridar el brandy
Maridar brandy es una forma fantástica de descubrir matices que, a veces, pasan desapercibidos cuando se disfruta solo. El brandy —y especialmente las gamas premium— ofrece una complejidad aromática que combina de maravilla con sabores intensos, texturas cremosas o ingredientes con un punto dulce.
Chocolates oscuros
El chocolate negro (60–75 % cacao) es uno de los acompañamientos más apreciados para el brandy. Su amargor natural equilibra el dulzor del destilado y, al mismo tiempo, resalta notas como la vainilla, el cacao tostado o la madera.
Además:
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Cuanto más intenso sea el brandy, más porcentaje de cacao puedes usar.
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Las tabletas con sal marina, naranja confitada o frutos rojos potencian el contraste aromático.
Quesos curados
Los quesos añejos como manchego viejo, parmigiano-reggiano o gouda curado crean un equilibrio perfecto entre su textura firme y la suavidad del brandy.
Aquí lo que ocurre es pura magia sensorial:
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La grasa del queso suaviza la percepción alcohólica del brandy.
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Los aromas de frutos secos y tostados del destilado armonizan con las notas lácteas y salinas del queso.
Frutas secas y nueces
Higos secos, dátiles, pasas, almendras tostadas o nueces pecanas son combinaciones sencillas, elegantes y muy agradecidas.
Funcionan tan bien porque:
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La dulzura natural de la fruta subraya los matices melosos y especiados del brandy.
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Las nueces aportan una textura crujiente que contrasta con la untuosidad del destilado.
¿Qué tener en cuenta al maridar brandy?
1. Intensidad:
Marida brandies jóvenes con sabores más suaves y brandies envejecidos con alimentos más potentes.
2. Textura:
El brandy agradece texturas cremosas, grasas o ligeramente dulces, porque equilibran el impacto alcohólico.
3. Temperatura:
Servir el brandy entre 16 y 20 °C ayuda a que se abran sus aromas sin que el alcohol domine.
4. Momento del maridaje:
El brandy suele funcionar mejor como sobremesa o en degustaciones pausadas, donde se aprecian sus matices.
Otros ejemplos de maridajes tradicionales y exitosos
Algunos maridajes funcionan tan bien que se han convertido en referencias universales. Aquí tienes varios ejemplos claros y fáciles de entender, para inspirarte:
1. Quesos y vinos blancos aromáticos
Los quesos cremosos o semicurados —como un brie, un camembert o un queso de cabra joven— encajan de maravilla con vinos blancos frescos y aromáticos. La acidez del vino corta la grasa del queso, lo refresca, y al mismo tiempo saca a relucir sus matices más suaves y lácteos.
2. Carnes rojas y vinos tintos con cuerpo
Un buen entrecot o un asado con un tinto estructurado (tipo Tempranillo reserva o Cabernet Sauvignon) es un clásico por una razón: los taninos del vino equilibran la grasa de la carne y hacen que su sabor resulte más profundo y jugoso.
3. Pescados grasos y vinos blancos con crianza
El salmón, el atún o el pez espada funcionan genial con blancos algo más complejos, que tengan cuerpo y una ligera crianza. Las texturas se acompañan sin competir, y la untuosidad del pescado encuentra un espejo perfecto en un vino más redondo.
4. Comida picante y bebidas con un toque de dulzor
Los platos picantes —mexicanos, tailandeses o indios— van muy bien con cervezas ligeras o vinos blancos semidulces. Ese toque de dulzor suaviza la intensidad del picante y hace que la experiencia sea mucho más equilibrada y disfrutable.
5. Postres y vinos dulces o espumosos
Los postres, desde una tarta de fruta hasta un pastel de chocolate, combinan de lujo con vinos dulces o espumosos. El nivel de azúcar se acompasa, evitando que uno opaque al otro, y las burbujas aportan una frescura que limpia el paladar entre bocado y bocado.
6. Mariscos y vinos espumosos
Las ostras, los mejillones o las gambas encuentran un compañero ideal en los espumosos. Su acidez y burbuja realzan la sensación salina del marisco y lo hacen todavía más fresco y ligero.
7. Platos vegetales y vinos ligeros
Las verduras asadas, las ensaladas o la cocina mediterránea encajan mejor con vinos blancos jóvenes, rosados o tintos muy frescos. Son combinaciones suaves, donde ninguno de los dos tapa al otro y ambos se potencian desde la ligereza.
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This post was written by Redacción Fundador






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