Fundador Supremo conquista París

Las bodegas que inventaron el brandy de Jerez en 1874 organizaron el martes pasado, en París, una degustación de su producto de más alta gama, Fundador Supremo, con envejecimiento de hasta 18 años. El acto tuvo lugar en uno de los locales más emblemáticos de la ciudad, el restaurante Fouquet’s, en los Campos Elíseos.

 

La apuesta es por un producto natural de gran calidad, sin azúcar añadido ni sulfitos

 

La célebre brasserie de toldo rojo, punto de encuentro del mundo del cine, fue víctima de un incendio provocado y del saqueo vandálico durante la revuelta de los chalecos amarillos. Después de largos meses de obras en el interior, durante los cuales la terraza estuvo protegida por una horrenda estructura metálica, como un búnker, Fouquet’s reabrió con el aspecto espléndido de siempre. Su bar L’Escadrille, repleto de invitados, fue la plataforma de lanzamiento de Fundador, que atrajo al acto con el gancho del embajador de su producto, el chef francés Romain Fornell, afincado en Barcelona, y la posibilidad de saborear jamón ibérico de Enrique Tomás.

 

“Venir al hogar de grandes destilados de vino como el coñac y el armañac, unos espirituosos tan reputados, es siempre una responsabilidad –explicó a Dinero Ángel Piña, director comercial y de marketing a escala mundial de Fundador–. Nosotros no queremos ser ni mejores ni peores, pero creemos tener una proposición diferente y atrevida. El objetivo no es tanto conquistar el mercado francés, que lógicamente ya vendrá, sino entender cómo un público tan sofisticado acoge esta nueva propuesta”.

 

Las barricas de jerez son un gran patrimonio y también se usan para envejecer el whisky

 

Fundador está en una fase de fuerte expansión. Las compañías de España y México facturan 120 millones de euros netos anuales. Hace solo cinco años, su brandy se hallaba presente en 17 mercados. Hoy lo está en 64. Los responsables de la marca creen que el potencial de crecimiento es considerable, sobre todo en China y Estados Unidos. Sus consumidores, en especial los norteamericanos, valoran que sea “un líquido agradablemente dulce, fácil de beber pero no artificial, y con un legado de trescientos años”.

 

Las bodegas Fundador, hoy propiedad del grupo filipino Emperador, son las más antiguas del Marco de Jerez, ese triángulo geográfico con vértices en los municipios de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda. Se remontan a 1730. Pedro Domecq Loustau –de origen francés– creó la marca del brandy, un producto en el que la calidad de la cosecha no tiene una importancia tan determinante como ocurre con los vinos tranquilos (blanco, tinto o rosado). La clave del brandy es el arte de mezclar y de envejecer en barricas de madera de roble de Virginia. Fundador tiene una colección de 40.000 toneles de 500 litros, los sherry casks (barricas de jerez) en la jerga del sector, distribuidos en 44.500 metros cuadrados de bodegas. Piña destacó ante el público francés el valor del patrimonio, único en el mundo, que suponen esas botas y recordó que “los mejores whiskies están envejecidos y afinados en esas barricas”. Sin embargo, desde hace ocho años, Fundador ha decidido no exportarlas más a Escocia, “para que la joya se quede con la joya”.

 

La facturación de las compañías de Bodegas Fundador en España y México es de 120 millones de euros anuales

 

En Fundador son conscientes de la creciente preocupación por la salud en los países occidentales y de la lucha contra el alcoholismo. Por eso alientan la tendencia de “beber menos, pero mejor”. De ahí el esfuerzo por elaborar un producto premium, muy natural, sin azúcar añadido ni sulfitos.

 

La degustación en Fouquet’s pareció a años luz de la imagen que se tenía de esta bebida en España en los años sesenta, durante el tardofranquismo, cuando el popular brandy se anunciaba en televisión con aquel pegadizo eslogan “está como nunca, está como nunca, está como nunca, ¡Fundadooor!”. De alegrar las sobremesas de una clase media modesta pero emergente, la marca ha pasado a ser un producto de lujo, con ambición global y la osadía de librar la batalla incluso en el feudo del coñac.

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Noticia completa: La Vanguardia